MARIA, MODELO DE MADRE EVANGELIZADORA: CARDENAL JOSÉ FRANSICO ROBLES ORTEGA

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Por José Manuel Ramírez

Al presidir la misa de bienvenida de la Virgen de Zapopan, celebrada en la explanada de su basílica, el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de la Arquidiócesis de Guadalajara , reafirmó que María es el modelo de Madre Evangelizadora, modelo que reafirma la vocación de la Iglesia de ser una Iglesia en Salida.

 

Recordó que la primera en aceptar el Evangelio de Dios Padre fue la Virgen María al aceptar ser la madre de su hijo Jesús, la buena noticia que Dios da “entregándonos a su único hijo por amor, y para que podamos salvarnos por Él, Él es el Evangelio, Él es la buena noticia, Él es la alegre noticia que nosotros tenemos como hijos de Dios”.

 

Dijo que, en la romería, se ha experimentado el ser un pueblo peregrino que camina por la vida hasta llegar a la casa eterna del Padre; “y en nuestro camino, en nuestra peregrinación no vamos solos, vamos de la mano de la madre santísima, madre evangelizadora, ella nos da a su hijo y ella nos conduce a su hijo”.

 

Llamó a todas y todos, a vivir la experiencia de caminar juntos, bautizados, consagrados, sacerdotes y obispos; de la mano de María, para manifestarse como Iglesia y pueblo que camina cuyo destino es la patria eterna.

 

Dijo que la Iglesia tiene como vocación la evangelización y recordó la invitación que hace el Papa Francisco para vivir la identidad de una Iglesia en Salida para evangelizar a ejemplo de Jesucristo.

 

“Se trata en la evangelización de experimentar el amor de Dios para con cada uno de nosotros, experimentar su perdón y su ternura, experimentar en nuestra condición de creaturas frágiles y pecadoras, experimentar su infinita misericordia de Dios nuestro Padre”.

 

La evangelización es una encomienda de todos los cristianos, no como no una doctrina aprendida o conceptos hermosos, sino como vocación de evangelizadores que viene de una experiencia del amor, la misericordia y la ternura de Dios en la vida para convertirse en testigos del amor y la misericordia de Dios para con los hermanos, dijo el Cardenal.

 

Invitó a desarrollar la vigilancia permanente para descubrir todos los signos de la presencia de Dios en la vida y en el mundo.  “Tenemos que reconocer que llevamos en nuestro corazón una inclinación de ver al otro como hermano y se lo manifestamos de muchas maneras, con muchos signos, con el buenos días, con el qué se te ofrece, en qué te ayudo, y sin decir palabra; aquí tienes, con muchos signos podemos nosotros saber y descubrir si somos vigilantes y permanece en nosotros el valor de la fraternidad”.

 

Pidió hacer vida el valor del respeto y la solidaridad, “el valor de sabernos entender y cuidar, el valor también de sabernos perdonar cuando nos sentimos y de hecho, somos ofendidos.  Para evangelizar tenemos que estar vigilantes y descubrir todas las cosas buenas que Dios suscita en sus hijos y nosotros, con nuestra labor evangelizadora, alimentarlas, suscitarlas y sostenerlas”

 

Recordó a los fieles que tienen que cumplir, en la labor evangelizadora, que es delicada e incómoda, como lo es la denuncia.  “Tenemos que aprender a denunciar todo aquello que es un engaño para nuestra vida y un engaño para la vida de nuestros hermanos, tenemos que tener el valor de denunciar todo aquello que nos somete y nos esclaviza; tenemos que denunciar con espíritu evangélico, con espíritu profético, todo aquello que no contribuye al desarrollo de nuestra propia dignidad y la dignidad de nuestros hermanos; en otra palabra, tenemos que denunciar todo aquello que nos priva del ejercicio de nuestra libertad y nos quiere someter con ánimo de esclavos o de súbditos, Dios nos hizo libres y nos quiere libres, y nos ayuda a ser libres. ”.

 

Invitó a proponer soluciones auténticas a los problemas de muchas personas que sufren para salir adelante ante sus dificultares y sufrimientos.

 

Terminó su homilía diciendo que la evangelización conforta la experiencia del amor infinito de Dios y hace apóstoles comprometidos de transmitir esta experiencia en favor de los hermanos y pidió ver el ejemplo de “María, Madre Evangelizadora” en su visita a las parroquias de la Arquidiócesis.

 

La misa de bienvenida a la Virgen de Zapopan duró poco más de una hora con veinte minutos.