Por: Redacción/ TEN/ Región
Hablar de situaciones inexplicables en la actualidad resulta casi inexorable, pero más allá de lo que pudiera representar en la vivencia de cada persona, es la curiosidad o el morbo y la incredulidad lo que juega un papel relevante.
Si a eso se le agrega, que la mayoría de los casos se relacionan a la idiosincrasia popular o a cierta ignorancia; la realidad es otra y no deja de sorprender a propios y extraños, cuando quienes se ven involucrados en un acontecimiento extraño, son personas que desconocen de aquellos temas.
Tal es el caso que hace no mucho tiempo aconteció por uno de los caminos del municipio ribereño de Jocotepec, Jalisco.
Fue en una ocasión que dos mujeres a bordo de una camioneta se trasladaban hacía una de las comunidades a recoger a sus familiares que habían pasado unos días en contacto con la naturaleza y tenían que regresar a Guadalajara para reintegrarse a sus actividades cotidianas.
Eran poco más de las 21 horas (nueve de la noche) cuando el vehículo tomaba el ingreso del camino a la comunidad de Potrerillos, ubicado a varios kilómetros de la cabecera municipal rumbo a la montaña.
Ambas mujeres platicaban, mientras serpenteaba el camino; en medio de la oscuridad y solamente con la iluminación de los faros de la camioneta, a distancia vieron “algo” que llamó su atención, no estaba fijo, aparentemente seguía un movimiento de “vaivén” cual péndulo.
Parecía la luz de una lámpara o un celular, coincidieron las mujeres cuando lo comentaron entre sí.
Pero mayor fue la sorpresa que al acercarse al punto donde estaba dicha luz, observaron que se trataba de una persona colgando de la rama de un árbol al borde del camino.
-Pobre joven- se dijeron y se apresuraron para dar aviso en el pequeño pueblo, la delegación de Potrerillos, al lugar que se dirigían, mientras se acercaban al poblado se preguntaban acerca de lo que habría llevado al joven a tomar aquella decisión.
Una vez llegando a Potrerillos, se reunieron con sus familiares, quienes se encontraban cenando en una pequeña cenaduría; por lo que hicieron lo propio en total silencio.
Al terminar de cenar y pagar, fue obligada la pregunta a las personas que se encontraban allí, acerca de que habían visto a una persona joven colgada en el camino y que debían dar aviso a las autoridades para que fueran a bajarla.
La respuesta de los comensales y de quienes les atendían, fue contundente, no se preocupe, no hay nada allí.
Las mujeres aseguraban que lo acababan de ver, y los habitantes de Potrerillos les explicaron que muchas personas lo han visto, pero que cuando acuden a verificar lo denunciado, nunca se encuentra nada.
De regreso por el mismo camino, con la curiosidad mucho más avispada y a una velocidad mucho menor, siguiendo su sentido de orientación, se vieron totalmente desconcertadas porque no lograron observar el sitio que minutos antes, les había llamado fuertemente la atención.
Ilusión óptica, un aviso, sugestión colectiva, o simplemente un caso inexplicable; lo cierto es que ambas mujeres, profesionistas, ajenas totalmente del conocimiento popular de esa región, aseguran lo que experimentaron aquella noche de poco menos, tres años.