CONTINÚA NEGOCIO FUNEBRE EN EL PANTEÓN GUADALAJARA

Primero fue la destrucción generalizada de muchas tumbas a las que les fueron desmanteladas sus placas, cruces y ornatos religiosos; y hasta las losas que las cubrían, después el aparente descuido intencional, que fue justificado por las autoridades municipales, al responsabilizar a los propietarios que presuntamente se desentendieron del mantenimiento y la revisión de las condiciones de sus propiedades.

El supuesto abandono, permitió que diversos grupos, tolerados por la administración municipal de Guadalajara, que proliferara un mercado informal o “negro” al interior del Panteón Nuevo tapatío.

Este medio ha dado seguimiento a lo que acontece en el lugar conformado originalmente por un centenar de “manzanas” y los trazos de las calles que daban ordenamiento al cementerio municipal.

Durante la actual administración, el gobierno municipal de Guadalajara, encabezado por Pablo Lemus Navarro, ha sido desentendido por el desorden que prevalece; las calles como Santa Rita, ya no es calle ahora se encuentra acondicionada como espacio para sepultar los cuerpos, llena de tumbas.

Otras calles como Santa Adriana (entre otras) han sido invadidas en uno de sus carriles, ya que al ser trazadas originalmente como calles anchas donde podían circular dos vehículos en ambos sentidos, ahora solamente puede hacerlo un solo vehículo y la movilidad ya no lo permite, al tener un carril lleno de sepulcros.

Lo peor es que la calzada principal (la de los muertos), que sirve como distribuidor para las carrozas y los acompañantes en los cortejos, que hace más de 60 años, fueron planeadas para que las personas visitantes, caminaran sobre las banquetas, donde había árboles y pasillos bien definidos, que diferenciaba las secciones que conforman el campo santo.

Ahora se encuentra intervenida, cada vez es más modificada, ya no se ven los machuelos que dividían la banqueta del arroyo de la Calzada de los Muertos, en su lugar, si ponemos un mayor cuidado, se observan las tumbas agregadas, construidas sobre la banqueta, invadiendo lo que fue el arroyo de la calle principal.

Peor aún, las transacciones que son realizadas entre particulares y pseudo trabajadores del panteón (en sus “oficinas” ubicadas entre las propias tumbas, no en el ingreso principal, portando uniformes identificables, camiseta naranja que dice aguadores y otro que señala el respaldo de un sindicato), estos individuos ofrecen a los interesados, espacios “accesibles” en un costo mínimo de 35 mil pesos.

Un secreto a voces lo que pasa en este panteón tapatío, que parece ser tierra de nadie, o peor aún, “el centro de operaciones ilícitas, solapado por el gobierno emecista de Pablo Lemus”.

(M&B)

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