Por: Vigaro.
Guadalajara, Jalisco a 12032020
Las promesas fueron solamente eso, una simulación más, de las utilizadas por los gobiernos en turno; desde el siniestro que destruyó al anterior inmueble, hasta la disfuncional mole de concreto que no resulta agradable ni para los visitantes, mucho menos para los locatarios y el personal que en él laboran diariamente.
La medida implementada durante la administración del entonces presidente municipal en Guadalajara, Ramiro Hernández García, a quien correspondió atestiguar del desplome de un icónico mercado municipal y dar el visto bueno al nuevo proyecto que posteriormente continuaría el actual gobernador, Enrique Alfaro y sus correligionarios, Juan Enrique Ibarra Pedroza.
Quienes como una diferente corriente ideológica partidista, le doraron la píldora a los locatarios y lograron como una medida política, introducirlos a ocupar los reducidos espacios trazados, despojándoles de áreas y limitando sus actividades.
Alfaro Ramírez, entonces presidente municipal en Guadalajara, prometió que la sustentabilidad del inmueble se obtendría de los recursos generados por el uso de los baños públicos (hoy concesionados a una empresa denominada WUPI), un 8.0 por ciento, el cual serviría para dar mantenimiento al edificio, lo cual nunca se ha llevado a cabo, a decir de los locatarios.
«Habemos diariamente entre 2 mil y 2,500 personas, trabajando, de compras y son muchos los que acuden a los baños; por cada ingreso cobran 5.00 pesos y no dan comprobante; cada mes fácilmente se llevan más de un millón de pesos por el servicio de baño público» dijo una de las comerciantes.
Las constantes quejas que los visitantes externan no solamente son en torno a las escaleras eléctricas, (sin funcionamiento frecuentemente), el aspecto sucio y demacrado en pisos y paredes, aunado a la falta de presencia policíaca, hacen que este punto de la ciudad se perciba olvidado por las autoridades municipales.
Al interior del inmueble, en la parte subterránea (zona de estacionamientos) los escurrimientos de líquido generado por los mantos freático existentes, se mantienen hasta el momento, sin ser controlados. La inestabilidad del terreno, ha propiciado que se perciban ampliamente grietas en pisos y muros, así como las ondas en el piso.
Otro de los problemas latentes es el abandono de casi 8 mil metros cuadrados de «oficinas», actualmente, la única dependencia en funcionamiento es el registro civil, pero un piso y medio, así como la terraza donde contemplaba Enrique Ibarra Pedroza acondicionar un Hostal, están abandonados; peor aún, según las revisiones hechas por la Unidad Estatal de Protección Civil, las condiciones del edificio no son aptas para llevar el aforo a su máximo real.
En resumen, las expectativas planteadas para hacer un ambicioso proyecto comercial, derivado de aquel concepto tradicional que fue el mercado «Ramón Corona» años atrás, es un fallido intento de funcionalidad, mismo que ha servido de «cortina de humo» para justificar otros proyectos más grises, que el agua dirigida hacia las cloacas de la ciudad; y es que los dineros que obtienen por el servicio de los baños no llega a las arcas municipales, van a los bolsillos de alguien allegado al partido MC.
Sin comprobantes que aseguren la contraprestación por el ingreso a los sanitarios ni el aval de un folio municipal del gobierno de Guadalajara, todo queda en una simple pregunta, ese dinero pasa «transparentemente y limpio» ante alguna dependencia fiscal.