LA INDIFERENCIA ANTE EL DOLOR DEL HERMANO EN MEDIO DE UNA PANDEMIA.
Por José Manuel Ramírez.
Esta pandemia vino a cambiar la vida de todos, niños, jóvenes, adultos y adultos mayores. Nos vino a confirmar que como seres humanos aún no estamos preparados para ser empáticos y preocuparnos por la vida y las necesidades de los demás.
Nos sigue demostrando que poco nos interesa seguir las normas o las reglas, como quieran llamarle, para cuidarnos unos a otros y cortar con las cadenas de contagios que han terminado con cientos de miles de vidas humanas en todo el mundo.
Posiblemente cuando tu estés leyendo, este artículo te parezca interesante o seas uno más de las miles de personas indiferentes ante el dolor de los demás, de aquellos que han perdido a uno o varios seres queridos a causa del mortal virus SAR-COV-2, mejor conocido como “El Nuevo Coronavirus».
Comparto mi experiencia, muy cercana por cierto, con lo que se vive en los hospitales, en donde héroes sin capa, pero que tienen un equipo de protección personal (EPP), hacen guardias de hasta 12 horas en las áreas de atención COVID-19 de los hospitales con la misión de atender hasta donde humanamente es posible, la salud de las personas que se debaten entre la vida y la muerte, la salud de aquellos que posiblemente nada hicieron para cuidarse de ser contagiados por el virus e incluso de aquellos que se cuidaron pero que por causa de un irresponsable que no creyó y que no aceptó la peligrosidad del virus ahora forman parte de las estadísticas de esta pandemia.
La indiferencia mata al igual que la ignorancia. Ahora con las jornadas de vacunación pareciera que a la sociedad se le ha olvidado la pandemia y caminan tan campantes, se reúnen como si nada malo pasara, no usan cubrebocas y hasta se burlan u ocasionan conflictos con aquellas personas que les piden usarlo.
Esto lo pueden corroborar comerciantes y prestadores de servicios que a diario tienen que soportar ofensas y maltratos de estos ineptos que ponen en riesgo hasta sus negocios y empresas, que son vigilados por las autoridades, quienes en muchos de los casos, hacen de la pandemia la oportunidad de recaudar y dejan de lado la misión de cuidar.
La vacuna no ha llegado a toda la población, por ello, no se debe bajar la guardia, por respeto y amor a tu propia vida, ya no digamos a la vida de los demás, por respeto al trabajo de médicos, enfermeras y enfermeros que arriesgan su vida por salvar la de los enfermos y por respeto y solidaridad a aquellas familias que ya no están completas, que ya perdieron a un ser querido a causa del COVIS-19.
Hoy una familia está de luto, un joven de 17 años ha perdido a su madre y está en riesgo de perder a su padre por esta enfermedad. Solo los cercanos, los que pueden ver el dolor de estas familias entienden y reafirman que el virus existe, que las muertes son reales, que el dolor de muchas personas ahí está, gritándole a la sociedad que no baje la guardia, que el peligro no ha pasado.